En el rincón de la obnubilencia

En el rincón de la obnubilencia nos encontramos todos ahora
A paso errante, lleno de impaciencia;  y las criaturas se ahogan,
Se jactan y no se asombran.
No pensemos demasiado en las cosas,
Que la vida nos cobra.

Candelabros se llevan la sombra y a lo lejos
Pareciera que nadie se asoma
Pero está todo ahí. En todo, en la nada.
Justamente ahí es donde me calan los huesos,
Y junto con la mirada...

La mirada tuya y la mía que están en la oscuridad
Que también es luz intermitente ante los ojos del ciego
Como lo estamos nosotros, en frente del ego.

Y yo no me quiero ahogar...
Quiero volar como antes, cuando no tenía libertad; pero sí amigos constantes
O gente con quien hablar...

En el rincón de la obnubilencia nos encontramos todos ahora,
A estas palabras no las hice "copy-paste"
Sino que las volví a escribir para explicarte que no hay ley
Ni fe que no pueda perder todo yugo, toda soga.

Pero el hombre es terco, porque en realidad no sabe, ni cree
Que en el rincón de la obnubilencia todos andamos a solas.
Es por querer alcanzar la aureola,
Pero la aureola no se alcanza simulando ser góndolas,
Sino transformándose en eco.

Este texto lo dice todo al revés, pero dice algo muy cierto:
Algo en nosotros está cubierto, algo en nosotros está muerto.
En el rincón de la obnubilencia nos encontramos todos ahora
Y, a pesar de la experiencia, voy a escribirte otra vez,
Para cantarte al oído y decir que todo esto se trasnombra.