El duende y su magia

Pequeña lágrima blanca que cae en el jardín
¿A dónde has huido esta noche de explosión volcánica?
Cuéntame tus recuerdos
Soy el nido, soy el silencio, soy tu silencio

Entrégate a la vida conmigo
Tal como solemos morir a menudo, en los brazos del inconformismo
Estamos absurdos, tú arrojas y yo intentando recoger
Tú volando primero, yo siempre viéndote la espalda...

Confiesa, confiésale al mundo que has venido para ser magia
Y ofuscar el brillo de lo precioso,
Que eres el mismo espejismo de lo abstracto
Y tus oráculos son peculiares
Y casi perfectos...

El duende y la magia no se saben llevar bien
Y es que ambos son torbellinos inestables
Que chocan y agotan el sentido de lucro,
Para luego reposar en tinieblas que se alargan por su mundo.

¿Quién ha vuelto a fundir tus manos en calor de fuego lento?
Explícame, yo te defiendo,
Busquemos juntos excusas para darte la razón
Pero no desaparezcas, si alcanzas a descubrir lo que es el amor.

Los duendes no nos pueden tocar,
Mi duende lo sabe...
Por eso mantenemos un vació entre nosotros
Que ni siquiera es distancia
Porque las cosas que están a nuestro alrededor, dicen
Se crean con la mente y nosotros no queremos crearla.